Calidad aire interior Grupo Parisien

La mayoría de nosotros pasamos en espacios interiores casi todo nuestro tiempo: en el trabajo, centros comerciales, locales de ocio, centros de salud y así una larga lista de lugares con escasa o nula ventilación natural. Existe desde hace unos años la necesidad de medir y preservar la calidad del aire interior de los edificios. Casos que hacen sonar la alarma social por su toxicidad son los de legionelosis, pero existen otros contaminantes cuya presencia condiciona la salud. La limpieza frecuente por parte de profesionales cualificados es fundamental para frenar su propagación.

Junto a arquitectos, ingenieros, especialistas en climatización y responsables de mantenimiento, los profesionales de limpieza ejercen un destacado papel en el mantenimiento de la calidad ambiental en interiores. Cuarenta y dos expertos de asociaciones vinculadas a esta materia se reunían a principios de diciembre en un workshop celebrado en Madrid. Entre sus conclusiones, alertaban de la baja conciencia social que existe sobre la calidad del aire interior (CAI) tanto en viviendas, como en edificios de oficinas y otros de uso público. “En diseño hay cierto nivel de concienciación, pero no así en explotación y mantenimiento”, exponen en sus conclusiones. Sin embargo, añaden que existen suficientes estudios para afirmar que la CAI afecta a la salud, al bienestar y a la productividad; y su mala calidad genera impacto económico negativo, si bien es difícil de cuantificar.

 

Qué podemos hacer los profesionales de limpieza

 

  • Aplicar políticas de calidad y medio ambiente y certificarse en normas de calidad ambiental. En nuestro caso, hemos priorizado la UNE EN ISO 14001 de Gestión Ambiental.
  • Emplear protocolos de limpieza efectivos con mínimo impacto para la CAI. Estos contemplan la equipación, el tiempo empleado, la ventilación adecuada durante el procedimiento y la formación profesional del técnico.
  • Limpieza frecuente de mantenimiento, incidiendo especialmente en materiales de peor limpieza que son aquellos que retienen más partículas por su textura o composición. También aquellos que se exponen más a la contaminación, por su uso frecuente, función o ubicación.
  • Ventilar: Lo ideal es abrir las ventanas Y, mientras se ventila, podemos aprovechar para fregar el suelo. Un reciente estudio encabezado por Susana Hormigos, investigadora de la Universidad San Pablo CEU, establece por primera vez fórmulas constructivas para lograr tasas de ventilación adecuadas a cada espacio. El tiempo de ventilación dependerá de factores como el tamaño de la sala y los materiales. Cuanto más nuevos sean estos, más contaminan. Pintura, barnices, materiales blandos, madera contrachapada y textiles figuran entre los más contaminantes. Según el informe, una habitación de 30 metros cuadrados y un caudal de aire normal requiere 50 minutos de ventilación.
  • Utilizar productos de baja emisión tóxica. Por experiencia propia, los productos ecológicos son una solución que se debe contemplar en todos los casos posibles.
  • Disponer de un espacio específico y ventilado para el almacenamiento de los útiles y productos de limpieza.
  • Estar alerta a la aparición de humedades u otros síntomas que hagan peligrar la calidad del aire interior. Los operarios de limpieza recorren los edificios permanentemente y pueden comunicar rápidamente cualquier incidencia.

 

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